El señor de las runas, el bardo del reich, el rasputín de
himmler
Nacido en Viena en 1866, Karl María
Wiligut decía tener el don de la clarividencia retrospectiva; en su caso se
remontaba hasta al año 228.000 a.c.
Por aquellos tiempos, contaba Wiligut,
la tierra estaba iluminada por tres soles y habitada por tres tribus que
luchaban constantemente por el poder: enanos, gigantes y germanos.
Los enanos tenían la astucia y la
codicia. Los gigantes la fuerza y la malicia. Los germanos la capacidad de
acumular conocimiento.
150.000 años después (78.000 a.c.) la
unión de los dioses del aire y del agua engendró la casta germana de los
Wiligotis, que se impuso sobre las otras tribus y estableció un reino de paz y
gloria basado en la religión irminista.
Los irministas manejaron en secreto los
destinos del planeta por casi 80.000 años, hasta que el traidor Carlomagno logró
imponer el cristianismo.
Karl María obviamente era el último
heredero de la casta Wiligotis.
Por supuesto los exégetas irministas habían
dejado el mundo lleno de secretos y pistas para acceder. La misión Karl María
(lo sabía por las runas) era reunir a los herederos espirituales para retomar
la senda del conocimiento y obrar en favor del reestablecimiento del poder
ancestral.
Empezó a agitar con sus ideas y
encontró cierto eco. En 1918 fundó una liga semisecreta llamada La escoba de hierro, dedicada
fundamentalmente a perseguir judíos, a quienes consideraba el brazo ejecutor de
una conspiración en su contra.
En 1924 lo ingresaron contra su voluntad
en un manicomio de Salzburgo. Le diagnosticaron esquizofrenia agravada por
megalomanía y delirios paranoicos. Como su primogénito (línea de transmisión)
había muerto de niño, también había desarrollado un resentimiento profundo y
violento con su esposa por no haberlo dotado de una genética resistente.
Wiligut dijo que su encierro probaba la
veracidad de la conspiración. Y que la batalla final estaba cerca.
Tres años después sus seguidores (entre
los que había gente influyente) lograron sacarlo, y lo conectaron con el más
místico, fanático y desequilibrado de los altos mando nazis: el reischführer
Heinrich Himmler.
Himmler lo adoptó como consejero y lo
favoreció con la bien pagada misión de investigar la prehistoria de la raza aria.
La influencia intelectual del
Brigadeführer Karl María Wiligut es tangible e intangible.
Tangible en el diseño del anillo de las
SS (la calavera con cuatro runas), del castillo triangular llamado el ojo giratorio que fue la base física
del movimiento ariosofista, y en la imposición de cierto ceremonial que
potenciaba las ideas de superioridad metafísica de los arios.
Intangible pero tanto o más
trascendente es cómo logró insuflar y potenciar un atmósfera de prepotencia mística.
Todo lo demás es materia conocida.
Karl María Wiligut murió en 1946
desangrado, con un tronco de palo borracho incrustado en el orto.
Naaaaaaaa mentira. tuvo un acv, unos
meses de agonía, no soportó un viaje.
lo que te da terror
te define mejor